Yo siento algo que me corre por las venas, como un fuego. Es como una fuerza, una rebeldía, unas ganas de romper con las formas, con el molde. Es como una convulsión, algo más fuerte, unas ganas de meter las manos en el barro y enchastrar todo. Es un deseo inexplicable, como una pasión, un deseo de perder la clase, el glamour, la elegancia. Una fuerza que transforma a la bella en bestia. Yo siento como un fuego adentro, siento unas ganas terribles de hacer lio. Siento que tengo adentro mío una perra con ganas de salir, ganas de romper con toda esta prolijidad. Quiero ser una amazona y quemar todas esas hojas de los cuentos de hadas y vivir una aventura real. Porque a esta perra que hay en mi la puedo esconder por un tiempo, la puedo encerrar, pero quiere salir y te aseguro que va a salir. Es la forma de describir lo que está dormido en mí y que quiere despertar, salir. Todos tenemos algo primitivo, bestial, salvaje, algo que tarde o temprano necesita expresarse. La bestia convive con la bella, es parte nuestra, está ahí, latente. Y por más que nos reprimamos, por más que nos mostremos bellas y frágiles, la bestia que tenemos adentro va a salir a la luz, porque vive dentro nuestro.

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